domingo, 8 de marzo de 2015

Gentlemen Broncos (2009)


(El Buen Gusto por el Mal Gusto)

Desde que existe el Hombre, ha existido el Arte. Y desde que existe el Arte existen los Snobs que van diciendo que está bien y que está mal. Los lechuguinos (Word me da esa opción como sinónimo de Snob y lo busque y existe). Los lechuguinos que crean parámetros y reglas con las que medimos el arte. Con la que medimos el Buen Gusto y lo separamos de lo vulgar, del Mal Gusto.
Más allá de estar de acuerdo o no con estos parámetros marcados o si creemos que no deberían existir (“El arte es expresión, no debería ser medido”, “Cada uno aprecia algo diferente”,  “Sin reglas como saber que es arte  y que no” bla), no podemos evitar mirar las cosas a través de los lentes que cientos de generaciones anteriores pusieron frente a nuestros ojos. Entonces, generalmente, calificamos a una película de Kubrick como de Buen Gusto Artístico, y una de Olmedo y Porcel como Mal Gusto, así con mayúsculas.
Pero hay excepciones. Hay zonas mixtas, hibridas, hay mentes extrañas que pueden agarrar un montón de basura y convertirla en una obra de arte. Hay gente que, donde unos ven solo un montón de baratijas, joyas de plástico, colores mal combinados,  momentos incomodos, personas feas, modas extintas o extravagantes,  ven la combinación perfecta para crear el mundo en el que ellos quieren contar sus historias. El mundo perfecto para expresar lo que quieren expresar.
Uno de ellos es Jared Hess.
La primera vez que vi Napoleón Dynamite, Opera Prima de Hess, me quede pensando “¿Qué?... ¿Está bien que me sienta incomodo viendo una película?”. Y la respuesta la encontré luego de reverla y seguir mirando la filmografía de Jared Hess. Y esa respuesta es SI. Si, está bien sentirse incómodo. Al igual que está bien sentir miedo, ternura, emoción, tristeza y felicidad con tantas otras películas. “¿Pero por qué me genera eso?”. Bueno, generar ese ambiente de incomodidad se le da perfecta al buen Hess. En todas sus películas, hay un balance perfecto de belleza estética y mal gusto, combinadas de tal manera en que todo encaja. Y, aunque no sea su mejor película, Gentlemen Broncos es un ejemplo clarísimo de lo que estoy intentando decir hace 377 palabras.
La historia es mínima. Un adolescente que escribe Ciencia Ficción en un pueblito cualquiera en EEUU que se da cuenta que el mundo es un lugar cruel. No mucho más que eso. Pero la rareza  de imágenes, de la combinación de colores, de las acciones de los personajes en esos 89 minutos, te deja con la cabeza y los ojos llenos de cosas, llevándote de la ternura, a la risa a la tristeza y a la molestia más pura. Gentlemen Broncos es una película Kitsch. Jared Hess es un maestro en agarrar cosas que en el a vida real son despreciadas y objeto de burlas (hombres con mullets y sin remera, con rulos largos rubios y bigote, amas de casa con pésimos gusto de moda que hacen su propia ropa y la de sus hijos, directores de cine clase Z que se creen mejores que los demás, libros de ciencia ficción de cuarta) y los mezcla todo de una manera en la que no nos lastima la vista. Agarra basura y la convierte en una linda flor. Además, en esta pelicula, todo esto también sirve como contraste a nuestro antihéroe, Benjamin Purvis, convirtiéndolo en un personaje con el que nos identificamos: un pibe cualquiera, quizá un poquito sobre el promedio, viviendo lo mejor que puede en el mundo bizarro que lo rodea, ganando al final, pero sin que sea la gran cosa.
A pesar del bajo puntaje que tiene en Rotten Tomatoes: 19% (¡yo confiaba en ustedes!), esta película no es mala. Al contrario. Esta hecha por alguien que sabe cómo funcionan las malas películas, alguien que entiende el arte malo, el arte inferior, alguien que sabe cómo generar una atmosfera de incomodidad constante, pero que también nos deja sentir ternura y felicidad por los personajes. Sabe cómo armar de manera correcta un puzzle hecho de piezas que no tienen nada que ver una con la otra, y hacerlo encajar bien.

Héctor Jimenez como el "director" amateur Lonnie Donaho

-Uni

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