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Análisis del corto animado como generalización de las nuevas formas de arte y la juventud. |
¿Qué es esto
que estoy viendo? ¿Se me rompió la pantalla? ¿Le entró algún virus a mi computadora?
No, señor,
señora. Esto es obra del animador irlandés David O’Reilly, y se llama The External World, una versión libre,
surrealista, oscura y perturbadora del mundo pop que nos rodea.
Hace un par
de años ya, luego de una etapa plana y sosa de la animación por televisión,
algo extrañamente conocido revivió, aunque en un cuerpo totalmente nuevo. Los
niños que crecieron entre finales de los 80 y comienzo de los 2000 son ahora
gente grande que crea y genera ideas nuevas que, obviamente están fuertemente
influenciadas por los dibujitos que miraban cuando eran chicos. Así surgieron
series como Adventure Time o Regular Show, que, bajo un aspecto de
dibujos aniñados e inocentes se esconde un mundo retorcido y extraño, pero que
a nosotros, los ex – niños (devenidos en consumidores de drogas varias y
cultura pop a montones) nos hace sentir cómodos, como si luego de una larga
caminata por un desierto vacío encontráramos una casa donde nos espera una
cocoa caliente y pan con manteca, mientras miramos Pokemon o Ren & Stimpy.
Este nuevo tipo de animación, junto con el intento de revivir la nostalgia
(VHS, Imágenes de baja calidad, música grabada en casetes, juegos de family)
formo una subcultura generalizada entre los jóvenes, que al fin se sintieron
parte de algo. Nos convertimos en veinteañeros, los últimos de la edad análoga,
que, gracias a nuestra incursión en el mundo de las drogas alucinógenas, nos llevaron
a comprender y ver de una manera diferente lo que desde chico nos metíamos por
los ojos a toda hora.
Y de toda
esta mezcla sale David O’Reilly, y nos trae su arte basado en imágenes grotescas
estilo Disney, la cultura bizarra y colorida del Japón y los glitchs de computadora,
creando momentos incomodos que casi parecen salidos de una creepypasta
(silencios que duran demasiado, personajes mirando fijo la pantalla, sonidos
chirriantes que no son para nada agradables, situaciones donde no sabemos si reírnos o
llorar del miedo). Todo su mundo parece un error, como si un virus se hubiera
metido en la realidad que conocemos y hubiera puesto todo de cabeza.
En su obra más
extensa (aunque solo dure 17 minutos) O’Reilly nos lleva de paseo por ese mundo
que tiene en su mente. Un padre en extremo perfeccionista intenta que su hijo
toque el piano, los personajes viejos y olvidados de la Warner Bros intentan
sobrevivir en un asilo, un pájaro coge con una impresora, nos metemos en una
sitcom que nos deja incomodos debido a su atmosfera turbia y pasivamente
violenta, las pastillas contra la depresión que hace que NADA te importe, y
unos tiernos animalitos del estilo Hello Kitty toman té mientras de fondo se
oyen los gemidos de una película porno. Sí. Que carajos.
Sin embargo,
al final, cuando tomamos todas esas extrañas piezas y las juntamos en una masa
unida de música calma de piano, realmente tiene sentido. Realmente tiene un
mensaje. Te deja pensando. ¿En qué? No es muy claro. ¿Está bien esto que vi? ¿Estaré
yo bien de la cabeza? ¿Es una crítica social que no logro captar o simplemente
intenta generarme incomodidad y nada más? Quizá el mensaje es tan simple como
ese. También creo que depende mucho quien lo vea. Seguramente la mayoría de la
gente no capte que fue lo que este irlandés intentó hacer. Quizá solo les
parezca una bizarreada. Quizá no entiendan porque en un momento sale un cartel
que dice que no les dio la plata para animar una parte entonces van a mostrar
un boceto de lo que tienen hasta el momento. Para mi es graciosísimo. Para mí
es muy inteligente. Para mi es arte conceptual y contemporáneo. Porque así como
O’Reilly decidió hacer animación, otras personas decidieron hacer dibujos, o
cine, o música basada en ese mismo espíritu. En la distorsión. En la burla. En
tomar lo que nos dicen que es basura y ponerlo en una pared y mirarlo y saber
que, al final del día, todo es un gran chiste. Yo que sé. Para mí. Y por más
que esto no sea nuevo (Duchamp, Warhol, Banksy blablá ya lo hicieron), gente
como David O’Reilly, Pendleton Ward, J.G Quintel, lo volvieron a renovar todo.
The External World es un viaje frenético, rápido,
extraño pero que vale la pena mirar y observar con atención, para captar todos
los detalles, todas las pequeñas cosas que suceden en el fondo y no podemos ver
a simple vista e intentar disfrutar algo nuevo que la creatividad humana nos
brinda.
-Uni
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