sábado, 29 de agosto de 2015

Montage of Heck (2015)




(Pelos largos. Remeras de bandas. Olores impertinentes.) 

Montage of Heck, el llamado “documental definitivo” sobre Kurt Cobain, no es solo el relato de una vida, sino un esquizofrénico paseo por la mente de un nervioso y perturbado personaje. ¿Pero qué tan alejado está el personaje que vemos en la pantalla al verdadero Cobain? No lo sabremos, pero a este punto es absurdo preguntarlo, pues una obra de este estilo siempre esta cargada de proyecciones e intenciones ajenas al documentado. Tanto la mirada del director, Brett Morgen, como la de los entrevistados está plasmada en un documental, que obviamente, no puede representar solo al niño lindo del grunge.

Kurt Donald Cobain decidió morir ya hace veinte años, y desde que este dejo de existir, nacieron decenas de documental que trataban de descubrir o analizar la vida del héroe street teen. Ya pudimos ver documentales de televisión que a través de entrevistas y mínimos registro, sumándole lo que uno puede leer a través de las letras y melodías compuestas por Cobain, trataban de armar una supuesta personalidad del registrado. Pero nunca estamos seguros de cuanto es que conocemos a alguien. No importa cuán fanático es uno de algún artista, no importa cuánto escuche y analice sus canciones, la mente del autor es un misterio, y es casi imposible plasmar una mente ajena en un documental.

“Montage of heck” parte de esa consigna. Cajas y cajas repletas de Kurt Cobain. Cuadernos con poemas y dibujos, cintas de cassette y filmaciones caseras. Brett Morgen logra armar un collage intenso y perturbador con lo que físicamente nos queda de la mente de Kurt. Podemos ver su infancia a través de fotos, filmaciones, sus dibujos y recuerdos de su familia.  Con un trabajo de montaje totalmente infernal, Montage of  Heck nos trata de localizar en la mente desesperada de Cobain, haciéndonos pasar con su música, dibujos y demás, por un tormentoso proceso de adolescencia podrida.
Este documental pudo ser hecho de esta manera única, no solo por el ingenio y trabajo del director y su equipo de edición, sino por la personalidad de Kurt Cobain. El tipo registraba todo lo que hacía, escribía lo que pensaba, dibujaba lo que sentía. A lo que se puede decir que Cobain era efectivamente un artista del estilo de Daniel Johnston, de esos que se ahogan en su propia creatividad. Y no sobra decir, que este documental parece ser una versión un poco más cheta-prolija del aún más épico documental, The Devil and Daniel Johnston.

Extraña también es la forma en la que Morgen decide entrevistar a los pocos narradores de la película. Los pone en sentados en sus apartamentos, pulidos, chetos e iluminados, maquillados como momias eternas, tratando de mostrar una belleza de plástico, que claramente no está. Contraste total entre el dolor punk y adolescente de Cobain y las imágenes lo-fi filmadas por él y sus allegados. La gente cambia y el tiempo corre para todos, al menos que te tires un tiro en la cabeza a los 27 años…

Pero de todos modos… ¿Tan lejano está el héroe Cobain a cualquier otro adolescente jodido del 2015? No lo creo. No hay escasez de gente creativa en el mundo, y fue en lo que me hizo pensar esta película. Podemos hacer un documental emotivo y con aires épicos de cualquier persona que nos deje el material para hacerlo No quiero decir que Kurt Cobain no sea importante, o que su obra y su genialidad no lo sea, sino de que ese sentimiento adolescente de artista punk y (auto)incomprendido es mucho más normal de lo que parece. Me sobran amigos que escriben poesía y dibujan cadáveres en sus cuadernos, pero claramente no van a hacer un documental épico cuando se mueran. Por eso, gocemos la obra de Cobain, lloremos con sus canciones si es necesario, pero no creemos un genio mártir solo porque la generación grunge necesite uno  ¿O capaz en eso está su magia? En el chico que se hizo famoso por ser eso mismo: ser la imagen pura de ese momento de la vida, el adolescente sucio, con olor. 
el cuadernito viajero